jueves, 10 de diciembre de 2009

El Subersivo







Llegó el momento: Comienzan las primeras contracciones y Soledad mide con su reloj la frecuencia con que se producen, rogando con toda su alma que el parto sea lo antes posible. Había pasado ya una semana posterior a la fecha prevista para el nacimiento de Caetano y su ansiedad crecía día a día. No puede más. Siente alterada toda la estructura de su cuerpo por el enorme peso de su vientre, y ya no encuentra posiciones cómodas para descansar, incluso en la cama. Sólo un sillón reclinable, que quiebra anatómicamente, le permite por momentos relajarse. Lo reclina, apoya su espalda en él y observa fijamente el reloj a la espera de una nueva contracción. En ese momento suena el teléfono.
-Hola, ¿quién habla?
-Hola, mami, te habla Caetano.
-¿Cómo?, ¿qué?..
-Sí, mami. Caetano, tu hijo.
-No, imposible. Vos todavía no naciste, ¿verdad? ... ¿O estoy loca? ...
-No mamí. No estás loca. Estoy dentro tuyo.
-Qué suerte que llamaste, Cai. Te estamos esperando. ¿Cuándo venís?
-Lo estoy pensando...
-¿Cómo?
-Sí. No estoy preparado todavía.
-Pero si ya llevás una semana de retraso. Deberías estar listo.
-No me refiero al tiempo de gestación, mamá. Es otra cosa la que me preocupa. El mundo está muy loco. Yo lo veo por tus ojos. Necesito tiempo para prepararme y afrontarlo.
-Pero yo no puedo más, hijito. La panza me llega al suelo.
-Eso es muy egoísta, mamá. Pensás sólo en vos.
-No, hijito. Yo te amo. Además te quiero conocer. Todos estamos pendientes de tu nacimiento. Sólo te vimos en la ecografía. Te quiero conocer.
-Bueno. Pero no es tan terrible lo que te pido. Estoy tan bien aquí. Sólo un par de meses más.
-¿Cómo un par de meses? Vos estás loco. Yo no puedo más. Te ruego, te suplico, por favor Cai, nacé ya.
-Ni lo pienses. Yo estoy aquí bien atrincherado y de aquí no pienso moverme.
-¡Basta, Caetano! Te lo exijo. Tenés que nacer ya. Estás pasado de fecha. De lo contrario voy a hablar con el médico para provocar el parto y asunto terminado.
-Ves que no pensás en mí. Pero si haces eso vas a tener tu castigo. Los voy a volver locos a vos y a papá. Voy a llorar y gritar todo el día. No van a poder dormir ni un segundo. Van a maldecir el día en que nací. Ya me puse en contacto con mis camaradas, ¿sabés? Somos muchos los que estamos de acuerdo. ¡Contra la rigidez de las fechas impuestas por los padres! ¡Por una mayor participación de nuestro gremio en la fecha de alumbramiento! Bebitos del mundo, ¡uníos!
-¡Basta, Cai, por favor! ¡No me tortures más ¡Basta! Me volvés loca. ¡No puedo más! ¡Basta!
Se despertó sobresaltada y a los gritos exactamente en el momento de una nueva contracción.
Miró el reloj. Habían pasado escasos cinco minutos desde que se había adormilado en el sillón. Dio un suspiro de satisfacción al comprobar que había sido sólo una pesadilla y se tocó la panza aliviada.
Volvió a sonar el teléfono.
-Debe ser mamá. Le voy a contar mi sueño. No lo va a poder creer.
= Hola, ¿quién habla?
-Hola, mami. Te habla Caetano…

2 comentarios:

  1. Felicitaciones por todo! y muy lindo el blog!
    besos!
    Tuly

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  2. Gracias Tuly, voy a ir ingresando cada día un cuento hasta completar el libro, espero que te gusten.

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