viernes, 8 de enero de 2010

UN DÍA CUALQUIERA (Para Sofi)


Un día cualquiera; no sé de qué mes, no sé de qué año, ¿qué importancia tiene? despertarás bien temprano, como siempre, y estirarás tu brazo en la cama buscándome, pero no me encontrarás. Concientizarás lenta, muy lentamente, a medida que despiertes, que ya nunca más, por los tiempos de los tiempos, me tendrás a tu lado. Te levantarás despacio, como todos los días, buscando una vez más una explicación a lo inexplicable y, cargada de pesadumbre, iniciarás un nuevo día. Notarás mi ausencia en cada rincón de la casa: en el cajón del placard ya vacío, en las perchas encimadas sin ropa, en el cepillo de dientes único en el baño, en el toallero sin toallón. Deambularás por la casa viéndome en todos lados. Estaré en la cama acostándome tempranero, en el sillón del living mirando televisión, o leyendo el diario en el jardín debajo de mi árbol favorito. Llegarás a la cocina esquivándome a cada paso y te sentarás en el lugar de siempre, de cara a la ventana, dispuesta a tomar el desayuno que tantas veces compartimos y me verás a tu lado dispuesto a saborear una vez más con vos un café caliente. Hasta podrías servírmelo esperando un milagro que indefectiblemente resultaría inútil. Así, cargada de angustia y con el alma embotada de dolor, ese día cualquiera del futuro, que nadie sabe cuánto tiene de futuro, arribarás a la única conclusión posible: alejarás de un manotazo todos los fantasmas y harás con ello un envoltorio pequeño, muy pequeño, que mandarás al rincón más recóndito de tu corazón, donde se quedarán a vivir para siempre a partir de ese mismo día, un día cualquiera, no sé de qué mes, no sé de qué año, en que deberás comenzar a transitar sola un nuevo camino, sin mí y sin mis fantasmas.

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